Al recorrer caminos milenarios
de la memoria abierta de la tierra,
puede encontrar mil lazos solidarios,
uniéndome con ella.
Tan exhausta sentí que se encontraba,
tan engañada, burlada, envilecida,
que no tuve el valor de consolarla
y sangre por su herida.
Comprendí el grito del tiempo, en un segundo,
el misterio de razas olvidadas,
del indio el sufrimiento, tan profundo,
la vida despojada.
La humanidad insolente y transgresora,
cargando soberbia sobre el tibio nido,
lo que fue luz es noche sin aurora,
el mundo destruido.
No hay manera de volver lo irreversible?
¡Es tan brutal el daño ya causado!
Ni revirtiendo el tiempo ya es posible,
andarlos deseando!
¡Tierra!, mujer vibrante y generosa,
que desde tu simiente estremecida,
por el amor sea la barbarie convertida,
y allí en la herida cual brote redentor
¡surja la vida!
