En estos bolsillos llevo
corcheas empapadas de fuego
La libertad sabe liberarse
de la palabra libertad
-yo no evado la cárcel de mi nombre-
Es aquí en este centro de puños
que he puesto a buen resguardo
las caricias con faros.
Cuando entonces me busquen
cuando entonces un día,
entre breves agujeros concéntricos
alguien desaparezca del sueño
haciendo trampa
y cabalgue entre grietas de pianos rojos
-camaleones del alba-
ya no tendré tus ojos
pero tal vez al frente de mi ombligo
perfectamente olvidado
este el dueño del mas agudo espejismo
convirtiendo mis puños
en brazos.